miércoles, 6 de julio de 2011

Adiós es siempre adiós

La última vez que te vi fue en el metro Diego de León, ahí te dejé bien lejos, donde no llegan los sentimientos. Fue la última vez que me miraste con ojos de enamorada, el último beso regalado, la última sonrisa y el último te quiero. Al menos es mi último buen recuerdo. Si, es verdad, nos hemos visto más veces, pero ya no me amabas, ya no sentías un anhelo por verme o un escalofrío al despedirme. Ya no.

Desde que entré en tu lista de deshechos no se de ti. Nada, ni un mensaje, ni una llamada. El absoluto abandono, y sin explicación. La culpa de eso la tuve yo. Pero yo lo sé todo. Sé como te enamoraste de otro, sé que caíste en sus brazos estando conmigo, y sé que amaste a dos a la vez. No te lo reprocho. Siempre he pensado que si encuentras algo mejor y estas convencido de ello, lo más sensato es cambiar, porque lo haría cualquiera, y no hay nada peor que pensar en los "¿Y si...?

No creo que alguna vez leas esto, tu tan leída, tan resabida. No creo que de este manuscrito haya algo salva le que te dignaras a leer, pero si algún día lo haces, no pienses mal de mi. No guardo rencor en absoluto. La vida es muy larga, da muchas vueltas, y lo que hoy es blanco, mañana es negro y viceversa.

Miento, una vez, pasados unos años, sólo un instante, volviendo de madrugada de algún lugar que mejor no nombrar. Te vi con él. Hacía frío, estabas sentada en un bordillo y  llevabas puesto un gorro de lana y tenías cara de pocos amigos. Pasé con el coche por al lado. Fue cerca de ICADE. Seguramente estabas aburrida de esperar un Taxi o que se yo. Te hubiese llevado a casa encantado, pero no era el día indicado, no. Con la cara que tenías pensé en Los Piratas, "que felices, que caras más tristes..." Espero haberme equivocado, seguramente como siempre.

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