La mosca se posa sobre la corona y nadie se dio cuenta de ello. Ella quería esa corona, que tenía dueño, y pensaba en que si fuera princesa por un día podría ser alguien importante. Alguien a quien respetasen, alguien de la alta sociedad de su ciudad. Pensó que vistiendo como una princesa creerían que era realmente alguien. Pero ya se sabe de donde vienen las moscas, por como huelen, por el ruido que hacen y por como se comportan, esas maneras solo pueden venir de la peor de las heces de su zona. Y es así. La mosca seguirá intentando hacerse pasar por alguien, pero quien la conoce sabe de donde ha salido, y por mucho que se disfrace, seguirá siendo una simple mosca salida de ya sabemos donde, y donde volverá zumbando para reunirse con sus amigos los moscones. Una pena, porque de una mosca refinada nunca saldrá una princesa.
Y llegó la verdadera dueña de la corona y la apartó con la mano, desbaratando el sueño de la mosca cojonera.
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