diarios de pensamientos infinitos

Hago la maleta pensando en lo que tengo que estudiar estas navidades, ni champán, ni turrón, ni en zambombas ni fiestas varias. Tampoco me apetece. Creo que es la primera vez que en navidad no tengo ganas de eso y si de estudiar para sacar esto adelante. De eso y de ver a los nenes. Esos pequeños seres que te sacan una sonrisa en tu dia más gris. Pequeños angelitos bellos con ganas de divertirse.
Tambien pienso en la cuesta de enero y de febrero, examenes, estudios, llegar a fin de mes sin un puto duro y no gastado en fiestas precisamente...que ruina de vida.
Que ganas tengo de ir a ver al mar, que siempre está donde está, a sentir su aroma y dejar que el viento me despeine aun más de lo que estoy. Y pensar, reordenar la cabezota y caminar por la playa, y volver a empezar de nuevo, que a año nuevo vida nueva, y que no importa como vayan las cosas, sino como acaban. Nadie se acuerda de lo bien que lo hizo durante el año si al final termina fatal, todo eso queda en anecdota.
La maleta se queda al lado de la cama, esperando a ser llevada a casa. Llena de cosas, de recuerdos, que quizá me venga mejor dejarlos aparcados hasta despues de los examenes, dichosos examenes, que dictarán el devenir del próximo año. Que ganas de terminar y que ganas de irme de aqui, a cualquier parte, contigo y sin ti, conmigo y sin mi, lejos de ti, o mas bien lejos de mi.